Un hogar adventista espiritualmente vibrante

Correo diciembre 10, 2019

Con sabiduría se construye la casa; con inteligencia se echan los cimientos. Con buen juicio se llenan sus cuartos de bellos y extraordinarios tesoros.

(Proverbios 24:3-4 NVI)

Durante la Cumbre de Nutrición y Retención en abril de 2019, más de 100 líderes de la iglesia de todo el mundo se reunieron para discutir temas relacionados con la retención y el cuidado de los miembros de la Iglesia Adventista.

Uno de esos centros de Nutrición y Retención es la familia. Elaine y Willie Oliver, directores del Ministerio de la Familia de la Asociación General, tuvieron una presentación sobre este tema titulada: Un hogar adventista espiritualmente vibrante.

Ellos preguntaron: “Cuando piensas en alguien que influenció el desarrollo de tu fe, ¿en qué persona piensas?” Las respuestas de las personas fueron: mi madre, mi padre, mi abuela, mi abuelo u otro familiar cercano.

Estas respuestas subrayan la idea de que nuestros hogares son los primeros y principales lugares de influencia en nuestro desarrollo de la fe. Invariablemente, nuestra relación con Cristo y nuestro compromiso con la iglesia comenzaron allí, en nuestro hogar.

En 2018, el Grupo Barna realizó un estudio sobre la fe en el hogar con más de 2,000 familias cristianas. Llegaron a la conclusión de que todas las familias pueden clasificarse en cuatro niveles de vitalidad espiritual. Estos niveles son: latentes, hospitalarios, devocionales y vibrantes.

Los hogares latentes se caracterizaron por no hablar entre ellos acerca de Dios o la fe. No oraban ni leían la Biblia juntos regularmente, ni recibían seguido a visitantes que no fueran familiares.

Los hogares hospitalarios fueron reconocidos por recibir visitantes no familiares con regularidad, varias veces al mes, y por participar en algunas actividades espirituales. Sin embargo, no todas estas familias practicaban estas actividades regularmente.

Los hogares devocionales se caracterizaron por hablar entre ellos acerca de Dios o la fe. Oraban y leían la Biblia juntos regularmente, pero no necesariamente recibían a visitantes que no fuesen familiares muy a menudo.

Los hogares vibrantes fueron conocidos por hablar entre ellos acerca de Dios o la fe. Oraron y leyeron la Biblia juntos habitualmente, y dieron la bienvenida a visitantes no familiares varias veces al mes.

Entonces, ¿qué estamos haciendo en nuestros hogares? ¿Dónde encajamos en estas categorías? ¿Estamos modelando un comportamiento genuino y amoroso para nuestros hijos? ¿Somos hospitalarios? ¿Tenemos conversaciones reales? ¿Oramos y hablamos de Dios en nuestras familias?

Es fácil hablar sobre la iglesia y el evangelismo con respecto a la nutrición y retención de los miembros de la iglesia. Sin embargo, es mucho más probable que nos volvamos privados y reservados cuando se trata de nuestras familias y el desarrollo de la fe. Para estar seguros, debemos preguntarnos si la fe es algo tan personal, tan privado que no queremos compartirlo con los miembros de nuestra familia, o tenemos miedo de parecer vulnerables. ¿Tememos hacer preguntas difíciles y solamente seguimos el trajín de la vida cristiana?

Un hogar espiritualmente vibrante se divierte y pasa tiempo de calidad con los miembros de la familia o compañeros del hogar, además de interactuar con personas fuera de su hogar. Tal hogar difiere de los hogares devocionales y hospitalarios en que combina atributos devocionales y hospitalarios. Los hogares espiritualmente vibrantes también tienen la intención de compartir actividades de fe, sentimientos y conversaciones espirituales.

El estudio de Barna también encontró una correlación con la presencia de niños y menores como un catalizador para la vitalidad. Esa formación de fe está conectada y aumenta con la hospitalidad, y esa herencia de fe impacta las creencias y prácticas cristianas a largo plazo.

Cuando miramos el perfil de los miembros que han abandonado la iglesia, descubrimos que la mayoría de ellos (82%) eran personas que asistían a la iglesia al menos una vez a la semana o más. Más de la mitad (63.5%) tuvo adoración familiar al menos una vez a la semana. Menos de la mitad (42%) no estaba involucrado en la iglesia; eran simplemente observadores. Alrededor de un tercio (34%) tenía problemas matrimoniales y / o familiares, y un quinto (20%) tenía problemas con otros miembros de la iglesia.


¿Quiénes son las personas en riesgo de abandonar la iglesia?

Jóvenes adultos después de la escuela secundaria que se mudaron y viven solos. Padres con el nido vacío que buscan un nuevo propósito en la vida. Miembros de la iglesia que tienen problemas con miembros de la familia o con otros miembros de la iglesia; al igual que miembros de la iglesia que no están conectados con nadie en la iglesia y, en consecuencia, se sienten solos.

Entonces, ¿cómo puede un hogar espiritualmente vibrante nutrir y ayudar a retener a los miembros de la iglesia? Es simple; construyendo relaciones con personas dentro y fuera de su hogar.

Haz que tu hogar esté disponible para actividades en grupos pequeños, tanto espirituales como sociales. Invita a personas de tu iglesia. Especialmente enfócate en las personas que están en grupos de riesgo de abandonar la iglesia. Ofrece apoyo a los miembros en crisis. Sé un entrenador de vida si es necesario. Se abuelo de familias sin una familia extensa. Está atento a las oportunidades para mostrar el amor de Dios a los demás y ser bendecido en el proceso.

Seamos uno de estos hogares adventistas espiritualmente vibrantes y preparémonos para tener un impacto en los miembros y vecinos de nuestra iglesia. Por último, pero no menos importante, recuerda la promesa del éxito: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13 NKJV)