Experiencias Adversas en la Infancia, Salud Mental y la Iglesia Adventista

Correo abril 3, 2019

Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad demédico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores.

Marcos 2:17, RVR1960

El tema de la salud mental ha quedado en densa oscuridad por mucho tiempo. Un cierto estigma negativo asociado con el temo lo ha convertido casi en un tabú social. Sin embargo, en los últimos años, los defensores de la salud mental han trabajado arduamente para traer este tema a los ojos del público. Las celebridades, los atletas y otras figuras públicas están, por primera vez, hablando de sus propios problemas con salud mental. Si reconocemos a la salud mental como un tema importante, nosotros, como sociedad, somos capaces de entender muchos de nuestros problemas y preocupaciones a un nivel más profundo; además, podemos trabajar para proporcionar apoyo y asistencia a aquellos que sufren de trastorno mental.

En su presentación a la Asociación Adventista de Investigadores de Asuntos Humanos (AHSRA) en el año 2018, el Dr. David Williams, Profesor de Salud Pública y profesor de Estudios Africanos y Afroamericanos y de Sociología en la Universidad de Harvard, hablo de cómo las experiencias de la niñez afectan la salud de un individuo por toda su vida. Williams afirma que la salud mental es una parte muy importante de la salud general: un tema que los adventistas casi no discuten.

Uno de los puntos que el Dr. Williams enfatiza es que muchos problemas de salud pueden estar ligados a experiencias adversas en la infancia (EAI). Las experiencias adversas en la infancia incluyen abuso psicológico, físico o sexual; negligencia emocional o física; disfunción familiar, como alcoholismo o uso de drogas en casa, pérdida de un padre biológico, depresión o enfermedad mental en casa, madre tratada con violencia o tener un miembro de la familia en la cárcel. Un estudio de 2016 conducido por Slopen, Shonkoff, Albert, Yoshikawa, Jacobs, Stoltz y el Dr. Williams mostró que mientras más de la mitad (52%) de los niños en los Estados Unidos centre 0-17 años no pasan por experiencias adversas durante la infancia, (25%) experimentan al menos una EAI. Aún más preocupante, es que casi el mismo número (23%) experimenta dos o más EAIs.

La adversidad en la infancia es un indicador importante de futuros problemas de salud mental. De hecho, la investigación mostró que, entre más EAIs el niño viva, hay más posibilidades de que entre en la depresión cuando sea adulto (Chapman et al., 2004). En realidad, los niños que sufren cinco o más EAIs son cinco veces más probables de caer en la depresión en la adultez que los adultos que no pasaron por EAIs.

Sin embargo, la adversidad en la infancia no es sólo un factor predictivo en lo que toca a la salud mental, pero también en el bienestar físico. La investigación muestra que los niños que viven cinco o seis EAIs son casi dos veces más propensos a sufrir enfermedades del corazón que los niños que no pasan por EAIs. Aún más preocupante, los niños que sufren siete u ocho EAI son casi tres veces y media más propensos a sufrir enfermedades cardíacas que otros niños (Dong et al., 2004).

Mas estudios en esta área han demostrado que el apoyo emocional es instrumental durante la infancia y está relacionado con menos desregulación biológica durante la mediana edad (Slopen, Chen, Priest, Albert y Williams, 2016). Además, las experiencias positivas en la infancia se correlacionan indirectamente con la salud cardiovascular ideal, a través de la educación y el apoyo social (Slopen, Chen, Guida, Albert, & Williams, 2017).

¿Qué significa todo esto? ¿Y cómo podemos, como iglesia, responder a estos problemas de salud mental? Williams cree que un “ministerio de salud integral debe incluir la promoción de la buena salud mental como parte de una vida abundante”. No podemos simplemente concentrarnos en ministrar a la salud física de las personas y descuidar su salud mental. Y, aunque no podamos deshacer los daños que ya se han hecho en el pasado, Williams alienta a nuestras iglesias a “transformar nuestras comunidades religiosas de fuentes de conflicto y crítica social a fuentes de amor, alegría, aliento y esperanza”. Al hacerlo, creamos un espacio seguro para aquellos que necesitan del amor de Dios, y de ser amados y curados. Como iglesia, es hora de quitar el estigma asociado con los trastornos mentales. Necesitamos abrir nuestras puertas a los necesitados y mostrarles el amor transformador y la bondad de nuestro Dios.

Para leer más sobre los efectos de la atmósfera cálida y acogedora de la iglesia, echa un vistazo a esta serie de blogs: “Una Iglesia Acogedora”