Solo por fe

Correo mayo 13, 2020

Si uno se imagina que puede hacer algo bueno por su propia fuerza, no hace menos que hacer de Cristo el Señor un mentiroso.

Martin Luther, On Faith and Coming to Christ

“BAM! BAM! ¡BAM!” ¿Te imaginas el sonido del martillo de Martín Lutero resonando mientras clavaba sus Noventa y Cinco Tesis en la puerta de la Iglesia de Todos los Santos en Wittenberg? El 31 de octubre de 1517, este fraile radical alemán hizo exactamente eso, poniendo en marcha los acontecimientos que se conocerían como la Reforma Protestante.

Si bien Lutero tenía muchos puntos de divergencia con respecto a las enseñanzas de la Iglesia Católica Romana de la época, uno de los principales puntos de discusión fue el tema de la justificación solo por la fe. La iglesia católica enseñaba que si bien la salvación es solo a través de la gracia de Dios, esa gracia solo puede recibirse a través de la mediación de la Iglesia; y que puede, de hecho debe, involucrar la cooperación humana con la acción divina, para que en parte se pueda ganar con pecados perdonados, y en parte por las propias acciones. En contraste, el argumento radical de Lutero, al cual llegó después de un estudio exhaustivo de los libros a los Romanos, Gálatas y Hebreos, fue que la salvación solo requiere fe en Jesús.

Esta idea ha causado controversia, ideas falsas y preguntas desde los días de Martín Lutero.

En 2013, se realizó una encuesta a los miembros de la iglesia en todo el mundo bajo la dirección de la Oficina de Archivos Estadísticas e Investigación de la Asociación General. El estudio fue diseñado para evaluar las experiencias y actitudes de los miembros de la iglesia con respecto a diferentes aspectos de sus vidas espirituales personales y su participación en la Iglesia Adventista del Séptimo Día. A los miembros de todo el mundo se les hicieron varias preguntas sobre su comprensión personal acerca de la salvación; una de ellas solicitó que respondieran a la declaración: “Soy salvo en el momento en que creo y acepto lo que Jesús ha hecho por mí”.

Más de las tres cuartas partes (78%) de los miembros en todo el mundo están totalmente de acuerdo con esta declaración. Además, el 14% de los encuestados indicó que estaban de acuerdo más que en desacuerdo con esta declaración. Porcentajes muy pequeños expresaron su desacuerdo, con (4%) respondiendo que estaban en desacuerdo más de lo que acordaron, y otro 4% totalmente en desacuerdo.

A los miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día también se les preguntó acerca de su creencia en la declaración: “El cristianismo se trata de que Jesús me da poder para vencer el pecado en mi vida”. A nivel mundial, casi tres de cada cuatro miembros (74%) respondieron que estaban “totalmente de acuerdo” con esa declaración, con un 18% adicional que indica que “están más de acuerdo que en desacuerdo”. Un pequeño porcentaje (9%) compartió que estaban en desacuerdo más de lo que estaban de acuerdo o totalmente en desacuerdo.

Otra pregunta planteada a los miembros de la iglesia fue con respecto a su creencia en esta declaración: “Una relación con Jesús es importante, pero no llegaré al cielo a menos que obedezca la ley de Dios”. Dos de cada tres encuestados (66%) indicaron que están totalmente de acuerdo con esta declaración, un número que es preocupante ya que va directamente en contra de las enseñanzas que Lutero rechazó. Un 16% adicional de miembros dijo que estaban de acuerdo más que en desacuerdo con la declaración. Solo uno de cada diez (11%) no estuvo de acuerdo con la declaración. Esto sugiere que existe un grado de confusión entre los adventistas con respecto al papel exacto y último de la fe en la salvación y el papel de la ley en la vida cristiana.

Es tan fácil caer en la creencia de que nuestras acciones pueden hacernos ganar la salvación, o que podemos hacer algo más para “merecer” el favor de Dios. Algunos, incluso encuentran consuelo en el pensamiento de que pueden hacer algo más para ganar el favor de Dios, ¡claramente olvidando la condición en que nos ha dejado el pecado! Es vital que recordemos, y enseñemos a los demás, que al final, solo a través del don de la salvación y por la muerte de Jesús en la cruz, somos salvos.